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La mayoría de las veces, cuando vamos a degustar un plato, nos solemos olvidar de una parte muy importante, la elección del vino que acompañará a la degustación y con el que formarán un tándem perfecto.

La regla de oro que se mantiene a lo largo del tiempo es que el vino elegido debe agra  dar por sí solo al comensal, de modo que sea posible incorporarlo a la degustación de los distintos platos que compongan el menú.

Pero tampoco debemos olvidar que una de las cuestiones esenciales que debemos tener en cuenta a la hora de elegir el maridaje es que el menú debe ser entendido como una experiencia global y que, en este sentido, la elección de los vinos debe ir en consonancia.

El peso del vino que vayamos incorporando a nuestra comida lo marca la intensidad de su aroma y de su sabor, así como su cuerpo. Esto último está muy relacionado con el grado de alcohol que este contenga.

Así, como regla general, no debemos elegir los vinos de mayor cuerpo para el principio de la comida.  Se comienza por platos más ligeros como entrantes, que se suelen acompañar con vinos blancos a los que seguirán los vinos tintos jóvenes, que acompañarán al resto de entrantes y primer plato, hasta avanzar hasta vinos más maduros y de más cuerpo.

Esto se debe a que si el vino que servimos en primer lugar presenta gran intensidad y el vino que servimos a continuación es más ligero, este último resultará insípido para el comensal.

También debemos tener en cuenta el clima. En periodos de altas temperaturas, es normal que apetezcan bebidas más frescas. En este sentido, los comensales suelen optar por vinos blancos jóvenes

Aunque no existe una regla concreta para cada tipo de comida, compartimos algunas ideas que te permitirán lograr el maridaje perfecto siempre.

Por ejemplo, con las ensaladas y entrantes ligeros, que suelen ser platos frescos, siempre marida bien un vino blanco de textura y cuerpo suaves. Por ejemplo un godello como el Neno.

Si el entrante o primer plato son anchoas, boquerones… entonces puede ser VIA XVIII.

Con los arroces, si el ingrediente que predomina en este arroz es la carne, un vino tinto (VIA XVIII) será una correcta elección y si, de lo contrario, es el pescado o el marisco, un vino blanco de cierta fuerza aromática puede triunfar (AS 2 LADEIRAS).

En cuanto al sushi, marida de una forma increíble con los blancos NENO y AS 2 LADEIRAS. En el caso de los pescados blancos, como la merluza, rape o el bacalao, el candidato ideal sería un vino blanco suave como Neno o As 2 Ladeiras.  Por su parte, con los pescados azules, como el atún, el salmón o la caballa, es conveniente decantarse por vinos blancos de más cuerpo (EDEDIA) o vinos tintos jóvenes (VIA XVIII). Y respecto a los pescados más grasos como el salmón, la frescura del vino NENO, contrasta a la perfección.

Si fijamos la mirada en los mariscos, estas delicatessen suelen combinarse también con vinos blancos (NENO, AS 2 LADEIRAS… )

Pasamos a la carne. Las carnes frías y más bien crudas -como embutidos no demasiado ligeros o carpaccios, entre muchos otros- estas maridan genial con vinos tintos ligeros. (VIA XVIII)

En el caso de las llamadas carnes blancas -hablamos de la carne de pollo, de conejo o de cordero lechal, pueden maridarse  con vinos blancos secos; mientras que si optamos por la carne roja -ternera o cerdo, especialmente- serán los vinos de más cuerpo, como es el caso del vino de crianza (O TESOURO), de reserva y de gran reserva, las elecciones más acertadas para el maridaje.

Existen muchas apreciaciones, matices y aspectos a tener en cuenta a la hora de lograr el maridaje perfecto de tus comidas.

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