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Sujetar una copa de vino es, para muchos aficionados, un acto más complejo de lo que puede parecer a simple vista. Nos hemos acostumbrado a hacer mal el gesto de tener la copa en la mano. Y, más allá de tratarse de un tema estético, de modas o de protocolo, es algo que termina afectando a la degustación y disfrute del propio vino.

¿Por qué? Simplemente, porque sujetar una copa de vino de forma inadecuada puede alterar su temperatura, especialmente si se trata de vinos blancos, espumosos o rosados, ya que suelen tomarse a temperatura inferior que los tintos. Si varía la temperatura del vino, cambiarán sus características.Y, por tanto, modifica tanto su sabor como su aroma.

Vamos a enumerar algunos detalles que debe siempre tener en cuenta un auténtico WineLover.

Imprescindibles para sujetar una copa de vino y tomarlo adecuadamente

1.Elegir la forma de copa adecuada al tipo de vino que se consuma.

Sí, sabemos que no es un punto que indique «cómo sujetar la copa». Pero condiciona y mucho el resultado final, por lo que no hemos dudado en incluirlo entre estas sugerencias.

Lo ideal, es usar copas de cristal y transparentes. Las mejores copas tienen el fondo redondeado y su parte superior debe finalizar en forma cónica y orientado hacia el interior. ¿El motivo? Para que no se escapen los matices. Por lo general, los vinos añejos se sirven en copas anchas y de fondo pequeño. A diferencia, de los jóvenes que se beben en copas con la boca más estrecha y fondo grande. Los vinos tintos se suelen beber en copas más grandes, para disfrutar de su aroma. Y asegurar que el vino entre en contacto con el aire. El vino blanco se sirve en copas en forma de U, con abertura más estrecha para ayudar a mantenerlo a temperatura más fresca.

2. No es necesario mover excesivamente el vino. 

Salvo que seas un sumiller, no será ni necesario ni adecuado. El profesional necesita realizar ese gesto para extraer todos los matices del vino. Pero nosotros… ¡no!

Sin ser demasiado llamativos, podremos mover suavemente la copa para reconocer su aroma, y apreciar diferentes matices según se va consumiendo.

3. La copa se tomará por el tallo.

Como hemos indicado, es la forma de asegurarnos de que el contacto con la copa no aumente la temperatura del vino. Y pueda disfrutarse a la temperatura adecuada de servicio. Por supuesto, es conveniente agarrar la copa con ambas manos o de la parte del cáliz. No hay que olvidar que nuestro cuerpo está a 36º. Veréis que así, conserva mejor su temperatura óptima.

Sólo recordar que los vinos blancos con crianza se suelen servir a una temperatura entre 10º y 12º C. Los vinos tintos jóvenes se presentan a temperatura entre 12º y 15º C para apreciar los matices florales, los crianzas entre los 16º y los 18º y los reservas y grandes añadas a 20º C.

4. Evitar poner los dedos en el cáliz de la copa.

Si se sujeta correctamente no es necesario dejar nuestras huellas marcadas en la copa. De este modo, la copa permanecerá limpia y, como hemos comentado, evitaremos aumentar la temperatura del vino. También es conveniente cambiar de copa si se cambia de tipo vino. No siempre se hace, pero es lo más correcto.

Por supuesto, siempre intentaremos cuidar detalles como limpiarnos la boca con una servilleta antes de acercarnos la copa a los labios; limpiarnos los dedos si se está tomando algún aperitivo con la mano y cambiar de copa si algo cae en ella. Se puede limpiar la boca después de beber, sobretodo un vino tinto, porque suele manchar los labios.

Como veis, pequeñas indicaciones con un único fin: que cada experiencia tomando un vino se convierta en un momento agradable que siempre apetezca repetir.

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